Juan Carlos Urrutia

Evidencia el estado de crisis o la crisis del estado venezolano a partir de un proceso de resignificación del máximo símbolo nacional: La Bandera. Haciendo uso de recursos plásticos mínimos, el símbolo, que es reproducido en pequeño formato y en escala de grises, es alterado físicamente por unas manos que en su condición de anónimas, tensionan su carácter atemporal dejando en evidencia el artificio del medio y el material que lo conforman.

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La transformación física ejercida sobre el símbolo pone en tensión el extravío de una sociedad que, frente a la ambivalencia de las posturas ideológicas dirigentes que reorganizan el pensamiento nacional, se halla contrapuesta. Así, la participación de ambas manos en el proceso de destrucción, que deviene posteriormente en un proceso de reconstrucción, connota la responsabilidad partidaria -de izquierda y derecha- y narra de una manera sintética la complejidad de un proceso que -en apariencias- parece irreconciliable, pero que enfatiza más allá de su crisis, el anhelo de la reconciliación en ese intento por reanimar y constituir de nuevo el símbolo.

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La decisión de emplear el propio sonido del papel como elemento narrativo, sirve como declaración crítica del constante proceso de manipulación de los hechos, otorgándole mayor credibilidad al material registrado en la no alteración de sus propios contenidos.